No lo terminé de leer. Llegué al tercer cuarto del libro con mucho esfuerzo, y solo porque soy fan de Miéville.
Es la versión inglesa surrealista de American Gods. Pero eso no fue lo que me repelió, sino toda la cháchara y el slang irrelevante. Un tercio del libro es solo blablá que no aporta a la historia ni a los personajes. Y además está lleno de saltos en el punto de vista, que a esta altura ya no me sorprende de los autores "consagrados" (las reglas son para romperlas).
Me tinca que Miéville lo escribió como ejercicio, así como jugando. Y resultó un borrador simpático. El editor le dijo "publiquemos" y aquí estoy, rabiando porque no quiero terminar de leerlo, me aburrió.